Sentirse orgulloso de uno mismo es necesario para gozar de una buena salud mental y emocional. Hay quienes piensan que sentirse orgulloso de uno mismo es un acto de vanidad, de egocentrismo. Lo ideal sería que todos nos sintiéramos felices y satisfechos con la persona que somos, con cualidades y áreas de oportunidad, pero la cultura, la sociedad y la educación actual, nos han enseñado lo contrario. Es un contínuo querer compararnos con los demás, con lo externo, con nuestras carencias y por ello nos sentimos vacíos, desintegrados, huecos por dentro.

Cuando aprendemos a valorar lo que llevamos en el corazón, lo que anhela nuestro corazón, esos deseos profundos que todos tenemos y pocos reconocemos, nos damos cuenta que ya los tenemos y solo necesitamos reconocerlos, aceptarlos y compartirlos con los demás. Encontrarás la libertad, amor, ternura, amistad, amor, sonrisas, compromiso, entrega, compasión…  Para ello necesitamos tiempo para trabajar cada uno de nosotro@s en recuperar ese invaluable amor incondicional por sí mism@ y perseverar para convertirnos en quien verdaderamente deseamos ser.

“Para amar a los demás, necesitamos primero amarnos a nosotros mismos” Jesús.